¿Qué se puede hacer con los animales que son considerados una plaga en diferentes provincias? La pregunta no tiene una respuesta, pero sí genera una polémica a lo largo y a lo ancho del país desde hace unos cinco años. “Habilitar su caza o ampliar los cupos puede ser una alternativa, pero no la solución”, aclaró Juan Pablo Juliá, director de la Reserva Experimental de Horco Molle.
Son tres las especies que están generando problemas en diferentes regiones del país: jabalí, el ciervo axis y el ciervo colorado. “Desde la pandemia y hasta ahora su población no paró de crecer. No sólo generan graves daños a diferentes producciones, sino que además causan accidentes viales”, explicó el cazador Benjamín Martínez.
Si bien en Tucumán no se registró este problema, la amenaza está latente. “En otras provincias las autoridades miraban este fenómeno como que era algo muy lejano. No tomaron los recaudos necesarios y terminaron siendo invadidos por esos animales. No hay que alarmarse, pero hay que estar atentos; en Santiago del Estero no hay límites para capturar jabalíes y, en Catamarca, ciervos colorados”, explicó Braulio Fernández, otro cazador.
La muerte del yaguareté: un fallo histórico que alimenta otra polémicaUna de las medidas que tomaron las autoridades fue habilitar su caza de manera ilimitada o, en su defecto, ampliar su cupo. “Eso es lo más fácil de hacer. Hay otras alternativas que son menos crueles para esas especies. No hay que olvidarse que los animales son considerados seres sintientes, no solo vivientes”, aseguró María del Carmen Herrera, animalista.
Juliá no se equivocó en criticar que los cazadores intenten ser una solución al problema que ellos mismos generaron. Las tres especies cuestionadas fueron introducidas a principios de 1900 a la provincia de Buenos Aires por personas que buscaban tener alternativas para cazar. Ante el éxito que habían alcanzado esos proyectos, otras provincias imitaron la iniciativa. Hoy no se sabe cómo detenerlo.
Estimación de daños
“El caso más grave es del jabalí. Estos animales no sólo tienen una capacidad de reproducción impresionante, sino que además, por el descontrol comenzaron a cruzarse con cerdos comunes”, explicó el aficionado Juan Carlos García. “En Europa, donde son originarios, los ejemplares más grandes tienen un peso máximo de hasta 50 kilos. En Argentina se han registrado capturas de más de 130 kilos”, indicó.
La caza, una actividad que genera turismo internacionalEl año pasado, cuando crecía la polémica, la revista especializada “Weekend” publicó unos datos que alertaron a muchos funcionarios. “Según un informa del Ministerio de Medio Ambiente, la Argentina pierde por año U$S1.380 millones por los daños generados por el jabalí en las actividades productiva. A su vez, los costos económicos anuales asociados a las especies invasoras pueden alcanza casi el 1% del Producto Bruto Interno, según los estadios realizado por investigadores del Conicet”, advirtieron.
“Si bien es cierto que estas especies invasoras están generando problemas económicos, no se destaca lo necesario las consecuencias que generan en el medio ambiente. También están matando la flora y fauna autóctona que es lo que realmente se debe proteger”, opinó Juliá
Un ejemplo
En los últimos tiempos hubo varios proyectos alternativos para solucionar el problema. Nada menos que en el Parque Nacional El Palmar, en Entre Ríos, se buscó una solución alternativa. Los especialistas descubrieron que los jabalíes se habían convertido en la principal amenaza de la palmera Yatay porque se alimentan de bulbos y raíces tiernas. Sus autoridades se aliaron con cazadores deportivos y, supervisados por guardaparques, cazan los animales. Su carne es distribuida en comedores escolares y populares. “Es uno de los pocos ejemplos de control de mamíferos invasores en práctica”, se pudo leer en una columna de “Weekend”.
Caza furtiva: hubo dos casos que movilizaron a los tucumanos“Es un caso muy comentado, pero también se encendieron las alarmas porque este animal transmite la triquinosis y puede ser peligroso. Esta es una práctica común en Estados Unidos, donde las especies invasoras son eliminadas”, declaró Juliá. “Pero también es cierto que el Estado no tiene los recursos humanos para elaborar planes y, mucho menos, controlarlo”, finalizó.
Vanesa Zanacchi, abogada especialista en la materia, sostuvo: “la muerte masiva de animales no puede sostenerse como un criterio ético a la hora de abordar ninguna problemática. El mensaje que transmitimos como sociedad cuando normalizamos la idea de que tenemos derecho a matar a otros seres por beneficio propio es profundamente peligroso”.